viernes, 6 de junio de 2014
viernes, 30 de mayo de 2014
Una
de las metáforas más populares cuando se habla de Internet es decirle la
nube. Pero ocurre que la nube es semejante a las definiciones del estilo la
gran red de redes, o la gran red global, que en definitiva dicen tanto que
dicen muy poco. En algún caso podría haber una referencia directa a la
tecnología, a las redes de datos, a las viejas LAN y WAN, pero la idea de la
nube en español es heredada del inglés, de los norteamericanos principalmente,
que hablan hace varios años ya del cloud computing. En ese sentido,
encontramos una enorme cantidad de servicios cloud que nos ofrecen todo tipo de
facilidades con las ventajas (y desventajas) de tener todo siempre allí
disponible, en cualquier dispositivo con conexión a Internet, La nube pasó
a ser, en el imaginario colectivo globa. "Tubos, en
busca de la geografía física de Internet", Andrew Blum (2012).
Blum se pasó dos años de su vida recorriendo literalmente el mundo, buscando el
costado físico de Internet, visitando los principales centros de datos del
mundo, las cajas que conectan los nodos más importantes de la gran red de
redes, y sobre todo, los tubos por donde corren los datos. Según este autor, son
los tubos, nada más y nada menos, eso que hace que Internet sea algo tangible y
a la vez complejo y no-explicable de manera sencilla. No obstante y, a
pesar de esa dificultad de explicar qué es Internet, la idea de Internet se
naturaliza. Dice Blum que las personas usan Internet (los que acceden,
agreguemos) de la misma manera que usan el oxígeno, se acostumbran a
consumirlo desde pequeños y nadie se pregunta de dónde viene; agreguemos
aquí: hasta que falta. El tubo de telecomunicaciones
más largo del mundo se llama SAT-3 y une Portugal con Sudáfrica; El
almacén más importante de datos para América Latina, se encuentra en Miami, con
excepción de Brasil que cuenta con un cable que lo conecta directamente a
Portugal. Cuando alguien desde Latinoamérica envía un mail a Europa, la información
primero llega a Miami, cruza el Atlántico hasta Londres o Ámsterdam y desde ahí
va a su destino. Ese podría ser un camino “real” de un correo . Si tuviéramos
la posibilidad -así como lo hizo Blum- de seguirle el rastro a nuestros
cables/tubos y llegar a los principales data centers de nuestra zona, de
nuestra provincia, o del país, seguramente aprenderíamos mucho, tanto alumnos
como docentes, y encontraríamos muchas más razones para dejar de decirle la
nube a Internet.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)